“No somos víctimas
de las circunstancias nosotros creamos nuestras propias circunstancias”, y
luego nos preguntamos sorprendidos por qué las cosas sucedieron como sucedieron
y buscamos de inmediato a un culpable para poner a salvo nuestra
irresponsabilidad, desde luego que existen acontecimientos fruto de la
casualidad fuera de nuestro control, un terremoto, una tormenta, un accidente
en el cual no fuimos protagonistas: otro manejaba, una piedra nos cayó, un
rayo, etc. pero en la mayoría de las ocasiones no es la casualidad sino
la causalidad; nosotros mismos producimos que nos despidieran del
trabajo, que nuestra pareja nos abandonara, que no exista la comunicación con
nuestros hijos entre muchas otras situaciones por las que atravesamos y que
según nosotros son inexplicables.
Las crisis
personales son extraordinarias oportunidades para crecer y esto es posible
cuando reconocemos nuestro papel protagonista en dichos sucesos, cuando tenemos
la capacidad de absorber nuestros propios errores, cuando esto sucede somos
victoriosos de la crisis, la adversidad se convierte en buenaventura, el
fracaso en sabiduría, el error en luz, estamos listos para seguir avanzando.
La obstinación por
tener la razón nos ciega, nos lleva a cometer nuevamente el mismo error, hay a
quien por supuesto le sorprende la muerte equivocado, se despide de este mundo
renegando de que en vida nadie lo pudo comprender, no es mas que soberbia. Es
triste y al mismo tiempo maravilloso comprender nuestras equivocaciones,
maravilloso porque la luz nos iluminó, triste por el tiempo que perdimos y
nunca más volverá.
Detenerse es necesario para asimilar las lecciones que nos da la vida, para ello es indispensable ser humilde, no para resignarnos a las circunstancias que nosotros mismos hemos creado sino para aprender lo que aún nos falta por aprender.
Cuanta grandeza
encierra el espíritu de aquel ser humano que se deja por la vida enseñar.
Caminar por la existencia asimilando en nuestra alforja la experiencia que día
a día la vida nos ofrece, parafraseando al maestro Eric Fromm todos podemos ser
nuestros propios psiquiatras sanándonos diariamente, gracias a la
reflexión podemos extraer de cada momento la lección de cómo ser mejores.
La realización es
una consecuencia natural de vivir nuestra misión.
Miguel Angel Cornejo